lunes, 15 de mayo de 2017

De cómo pasé de ser una chica cualquiera a una rata de laboratorio: Capítulo 1

Sí, porque la uveitis a día de hoy ha supuesto, no un antes y un después en mi vida, no voy a exagerar, pero sí un nuevo libro en la saga, o como cuando sigues el día a día de una serie o una peli y de repente, no sé cómo, todo da un giro de 180º. Yo sigo mi vida de antes, o mayormente la sigo, pero con un "algo" a tener en cuenta que antes no estaba ahí, una mota de polvo en la pantalla, una partícula (cómo el dichoso Tyndall, ya sabéis), que no consigues limpiar y te altera el paisaje general. 

Yo entonces tenía 29 años (ahora tengo 30, pero quizás continúe este blog teniendo 50 años a este paso). Mi vida se basaba en trabajar de enfermera en un hospital público de Madrid, una de tantas enfermeras suplentes que mueven de acá para allá, por entonces acababa de empezar un contrato en planta. Mi vida se basaba en bailar, llevo 9 años asistiendo a clases de baile (modern, jazz, funky, ballet...) haciéndolo mejor o peor, pero disfrutando al máximo, es mi  mayor hobbie.  Me gustaba pasar mucho tiempo en casa, dedicándome a mis cosas de persona independiente, amante de la soledad y la libertad, vamos que me encantaba pasar mis ratos viendo películas o series, leyendo, jugando videojuegos, pasado el tiempo en mis redes sociales (mayormente en Instagram, que me ha conquistado) y en internet en general (el fenómeno youtubers es algo que me ha enganchado, debo decir). No sólo estaba en casa, también socializaba, mayormente con mi pareja, con la que ahora vivo, y amigas cada vez que podía (y me apetecía). Disfrutaba,  y disfruto, la moda, el maquillaje, salir sola de compras o a pasear o tomar café o lo que en ese momento me apeteciese,  los tatuajes. Sí, yo me tatúo cada vez que tengo oportunidad, y dinero. Y no, no hablo de modas, ni de tatuarme el nombre de mi novio o el conejito Playboy en el pubis, los tatuajes son otra de mis pasiones. Para mí es arte, una forma de expresarme, ya que yo hablo más bien poco, una forma de plasmar para siempre experiencias que he vivido o cosas que me gustan y recordarlas.  El primero me lo hice con 17 años y a día de hoy creo que voy por 21 tatuajes (podría haberme hecho más, pero desgraciadamente la uveitis ha influído en parte en esto, ya os contaré). 

Repito que todas estas cosas, menos ahora mismo el tema de los tatuajes, que lo he dejado en stand-by, las sigo haciendo, peeeeeeero... Ahí está el pero, un "pero" que antes no había, un "haré esto si puedo", "haré tal cosa si veo bien", "iré a esto si me encuentro animada", que antes no existía. 

Pues un día a primeros de octubre, me fuí a dormir, tan tranquilamente, como siempre,  y me levanté a las 6 am para ir a trabajar. Lo primero que hago es ir al baño y lavarme la cara, porque si no, aún no se me puede considerar persona despierta, y ahí lo ví. ¡La primera señal! Un ojo rojo, rojo como el tomate de los macarrones que me estoy comiendo, vaya. Era el ojo izquierdo. 
¿Qué pasa? Que yo uso lentillas. Y con usar lentillas me refiero a: llevo desde los 15 años usando lentillas todo el puñetero día. O sea, yo no contemplaba mi vida sin lentillas, para mí las gafas son ese objeto que nunca debería haber existido. No hay cosa más molesta y más fea, para mi gusto, que unas gafas. Ojo que hay gente a la que les queda muy bien, pero yo no me veo (eheehhe) con ellas. Yo llevaba lentillas hasta para ir a por el pan, he echado siestas con lentillas... Incluso una vez me quedé dormida con ellas una noche entera, y agüita luego para quitarlas, que casi me llevo media cornea. 
Bueno, ¿cuál es el resultado de mi atroz uso de las lentillas? Que tengo ojo seco, tengo un ojo más seco que el Manzanares. Por lo tanto, despertarme con los ojos rojos no era ninguna novedad, tener ojos rojos en general no era ninguna novedad. Si es verdad que así de rojos normalmente sólo se me han puesto cuando he tenido conjuntivitis. Con lo cual que me eché lágrimas artificiales  y me puse las lentillas, claro, todo muy lógico. A lo largo del día el ojo fue aclarando. Esto fue un martes. El miércoles volvía a estar rojo por la mañana, fue aclarando pero por la tarde notaba algo raro, como sensación de arenilla, como si tuviera una mota de maquillaje en el ojo constantemente.
 Como buena sufridora de ojo seco, dejé pasar ese día, y el siguiente. El viernes me levanté con el ojo rojo, pero rojo, y con dolor, no constante, sólo al moverlo a veces. Tenía cierto lagrimeo, pero muy ligero. Me dije "tienes una conjuntivitis del 15, vé al médico antes de que se te caiga el ojo o algo." Allí que fuí, la doctora me vió,  me dijo que no parecía una conjuntivitis, que las conjuntivitis no suelen dar dolor (sí es verdad que yo notaba una sensación distinta a cuando he tenido conjuntivitis), así que me mandó al hospital a que me viese un oftalmólogo de urgencia. 

De camino al hospital (al hospital donde trabajo) hay una calle en la que pega una solana que ni en agosto. Tuve que ir con la mano de visera, me molestaba la luz. Sí sí, entre mis ojos bicolor y el sol, sólo faltaba que me enseñasen una ristra de ajos y  huir cual vampiro. 
Ahí me dilataron las pupilas (creo, o ni eso),  me vió en el famoso aparato, ese que llaman lámpara de hendidura, una residente de Oftalmología que no sabía ni de qué iba la vaina, llamó a otra compañera, que puso cara de interrogante. Finalmente vino una oftalmóloga (o eso creo yo..., porque igual se sacó el título en la tómbola, no sé), que me preguntó si usaba lentillas. La respuesta ya la sabéis. Dijo que era una queratitis (inflamación de la córnea) a causa de las lentillas. Me mandó unas cuantas lágrimas artificiales y un gel hidratante y a casita.

Los síntomas de la uveitis son fáciles de confundir con otras afecciones oculares, como efectivamente, la queratitis. La queratitis también cursa con ojo rojo, dolor y fotofobia, pero no los signos. ¡El Tyndall es la clave, querida! Aunque informándome por ahí, yo parece que tuve suerte, porque parece ser que no es algo que sea vea así de fácil. Hay gente que ha tenido uveitis durante meses sin diagnosticar correctamente. Eso es un FAIL muy grande. 
Esta es una foto que envié a mi pareja la tarde del día que me dijeron que era una queratitis. Ahí mi precioso ojo.


Bueno, viernes, sábado y domingo me eché litros de lágrimas artificiales. Lo que cedió un poco fue el dolor, pero el ojo seguía en signo de alerta. El domingo trabajaba de noche, yo ya tenía pensado bajarme a Urgencias en algún rato tranquilo, y mis compañeras me lo confirmaron. Esa noche me vió una oftalmóloga (gracias) a la que le expliqué la historieta del viernes. Cuando me dilató, con esas gotas del mal que escuecen como ellas solas y te acuerdas de toda la familia del oftalmólogo,  me vió en el aparatito, no dudó: tienes uveitis.

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